Un día como hoy, en el
aeropuerto regresando tras este intenso período de tiempo, miro atrás y veo una
senda de recuerdos, una vida que dejo atrás, emociones vividas, compartidas, un
momento en el cielo.
Pero, aunque con miedo y
melancolía, comienzo de nuevo, voy encontrando fuerzas, avanzando, seguramente,
errando, pero firme, decisa, poniendo un pie en cada momento donde quiero estar
y sintiéndome una vez más yo.
Sin certezas, con un futuro
por delante, durando lo que dure, pero viviendo cada segundo de mi vida
sintiéndolo al cien por cien, sin dejar una pizca de indiferencia.
Así me quiero sentir,
siempre, triste o contenta, pero siguiendo mi latido, aquel que me lleva hacia
mis sueños, a volar libre en mi mundo de locura, pero auténtico, creado desde
el fondo de mi corazón.
Y disfrutar de mí, cantar,
gritar, saltar, soñar, vivir, amar, compartir... Y aprendiendo tanto, tantísimo
de cada persona importante en mi vida, de cada paso que doy, orgullosa de ser
yo, de mi ruta, de cómo soy. Y se lo debo a tanta gente.
Y esa es mi alma, quizás para
algunos aventurera, para otros pasajera, indecisa, inestable,
imprevisible...pero esa soy yo, y me gusta ser yo.